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Volúmenes

4/15/2022

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Un concepto crucial para conseguir buenas mezclas

El volumen en producción musical es un concepto al que normalmente no se le suele dar tanto protagonismo o importancia, pero es de hecho crucial dominar y entender todo lo relacionado con él para poder conseguir buenas mezclas consistentemente. Para mí los tres elementos básicos necesarios para conseguir entender bien lo que es la producción musical son: frecuencias, volúmenes e imagen estéreo, y hoy nos vamos a centrar en el segundo de ellos.

  • Cualquier elemento a mucho volumen puede desbalancear toda la mezcla: Puede parecer que el volumen no es lo más importante en lo que al proceso de mezcla respecta, al ser un concepto muy básico que cualquier persona conoce (a diferencia de otros temas más complejos en producción musical como balance frecuencial, imagen estéreo…) pero la realidad es que un desbalance en volúmenes puede ser demoledor en mezcla; puede hacer que la mezcla no se escuche con claridad (exceso de volumen en low-mid), que sea demasiado estridente al escucharla a mucho volumen (exceso de volumen en frecuencias medias-altas), que se sienta una falta de “energía” en general (volumen demasiado bajo en algún elemento principal, percusiones…), etc, y todo esto incluso si la mezcla es correcta en todos los demás aspectos. Hay una serie de errores muy comunes relacionados con el volumen, algunos de los cuales son:
  1. Low-end a demasiado volumen: es muy común tener este problema cuando se está empezando, y suele cometerse por querer darle demasiado protagonismo a ciertos elementos que, si bien es cierto que deben estar presentes, no son el elemento principal y, teniéndolos a un mayor volumen del necesario, lo único que conseguimos es generar desbalances y poca claridad.

  2. Querer dar protagonismo a todo: Otro error es querer que todos los elementos destaquen por igual. Con esto lo primero que conseguimos es un desbalance y una saturación en la mezcla, ya que hay instrumentos que, al sonar a mayor volumen del que deberían, opacan al resto de elementos. Dar su justo volumen a cada instrumento no es solo importante por esto, también al hacerlo generamos contraste e interés en la mezcla, al tener elementos que destacan más que otros.

  3. “Bostear” mucho el high-end porque suena “brillante”: de nuevo, error muy común con el que, aparte de, de nuevo, provocar desbalances, conseguiremos que nuestra mezcla suene muy estridente y sin “cuerpo”.

  4. Dar demasiado volumen a un elemento que quieres que destaque más en vez de probar otras alternativas, como bajar el volumen de otros elementos o procesar ese elemento de forma distinta para que se ajuste más a la mezcla. Plantéate si el resto de elementos están a demasiado volumen y si el procesamiento aplicado a ese elemento que quieres que destaque más es el más adecuado.

Varios de estos problemas podrían etiquetarse también como problemas de balance frecuencial (los que se refieren al excesivo nivel de volumen en ‘x’ rango de frecuencias), pero lo importante es entender que cada elemento tiene un protagonismo distinto, una función distinta y que todos tienen que complementarse para conseguir que la mezcla sea buena.

Escuché una vez (no recuerdo donde) un símil muy bueno relacionado con esto. Imaginad que estamos siguiendo una receta de cocina y llega la hora de preparar la salsa, al terminar de hacerla la probamos y nos damos cuenta de que sabe bien, pero le falta sal. Al echarle sal la salsa sabe genial, es la mejor salsa que has probado en tu vida, el problema es que esa salsa es para acompañar una carne que, tal y como se ha preparado siguiendo la receta, queda bien salada. Resultado: el plato ha quedado demasiado salado. La comida no está buena. Si hubiéramos seguido la receta al pie de la letra el plato en su conjunto estaría perfecto, en su punto justo de sal.

En producción pasa lo mismo a la hora de mezclar, hay ciertos elementos que puedes mezclar en “solo” y van a sonarte genial, pero una vez puestos en contexto igual no suenan tan bien. Puede que estés mezclando unas percusiones y suenen genial, pero puestas junto con el resto de instrumentos no queden bien, por ejemplo.

  • Volumen al que empezar a mezclar: Es bastante conveniente a la hora de empezar una producción ajustar los niveles de las distintas señales de forma que el conjunto tengan un volumen de pico de entre -8dBs y -7dBs. Hay gente que dice que esto es una tontería, pero no lo es, porque lo ideal una vez acabada la mezcla es que tu volumen general llegue como máximo a valores entre -6dBs y -3dBs, y cuanto antes ajustes estos niveles mucho mejor. El motivo de que al principio los ajustes para que lleguen a entre -8 y -7dBs es que conforme se vayan añadiendo nuevos elementos ese nivel de volumen va a aumentar inevitablemente, por lo que si todo está en orden al final de la mezcla esos niveles deberían estar entre -3dBs y -6dBs. También, el motivo por el que no deben superar esos valores es que la mezcla necesita “headroom”, lo que quiere decir que se necesita cierto margen antes de llegar a 0dBs, ya que al sobrepasar 0 la señal empezaría a distorsionar digitalmente, y a la hora de masterizar la mezcla puede ser que la señal aumente ligeramente de volumen, por lo que conviene dejar dicho margen.

A veces puede ser complicado ajustar volúmenes, por lo que un truco bastante útil es usar un elemento como referencia para establecer el volumen del resto de elementos. Por ejemplo, en música electrónica se suele recomendar establecer el volumen de pico del kick en torno a -7dBs e ir ajustando el resto de volúmenes con respecto a éste, hasta que tu mezcla suene de la forma que quieres. De esta forma se consigue una buena mezcla (al menos en teoría, y en lo que a volumen se refiere) y a un volumen óptimo. Al establecer, en este caso, el kick, que es un elemento que normalmente va a tener mayor volumen de pico que la mayoría de elementos (si no que todos), a -7dBs nos aseguramos de que ningún elemento que añadamos va a superar el volumen de pico de este. Si por lo que sea hay elementos que sobrepasen por mucho esos -7dBs habría que recalibrar la mezcla para que los picos llegasen de nuevo a valores en torno a -7dbs. Si, por el contrario, la situación es que el volumen de pico ha aumentado al aumentar el volumen general de la mezcla por haber añadido más elementos a esta (cosa totalmente normal) entonces no habría de qué preocuparse, a no ser que el volumen de pico hubiese aumentado drásticamente.

Uno de muchos trucos que puede ser especialmente útil cuando has perdido un poco la perspectiva de si un elemento está a un volumen correcto o no es reduciendo su volumen a -inf e ir aumentándolo progresivamente hasta llegar al punto en el que suene correcto en contexto con el resto de instrumentos. Normalmente encontraremos que ese nivel de decibelios es menor al que teníamos establecido previamente.

  • Flujo de señal (puede que en un canal tu volumen sea x y en otro (no habiendo tocado nada) y

  • PPM y RMS; definiciones y diferencias: Anteriormente hablamos de volumen de pico, y es importante saber que hay dos formas en las que principalmente se mide el volumen en el proceso de mezcla. Estas son el volumen de pico, o PPM, y el RMS (Root Mean Square).

El volumen de pico es el indicador de volumen más inmediato, significando esto que marca en tiempo real la cantidad de decibelios a la que está llegando la mezcla. Por ejemplo, si hay un elemento que suena a mayor volumen que el resto, como la caja de la percusión, cada vez que esta suene veremos que el medidor detecta e indica esa subida de volumen inmediatamente. Por otro lado, el RMS indica el valor medio de volumen en la mezcla, calculado durante un corto periodo de tiempo, lo que quiere decir que es un mejor indicativo de la intensidad de volumen de ésta. El nivel RMS siempre será menor al PPM.

El motivo por el que el PPM no es funcional para medir el nivel de volumen general de la mezcla es que lo que monitoriza a mayor volumen suelen ser las percusiones, que en el momento inmediato en el que suenan sí que lo hacen a mayor volumen que el resto de instrumentos, pero no son señales que se mantienen en el tiempo. Las señales que realmente hacen que una mezcla suene a un volumen constante son las que se mantienen sonando más tiempo (pads, pianos, bajos…). De hecho, existen formas de reducir estos volúmenes de pico sin afectar al volumen percibido de la mezcla para así conseguir mayor volumen en el proceso de masterización (saturación/clippers). En resumen, la mayor utilidad de este medidor es la de indicar si estamos cerca de distorsionar en alguna pista y la de mostrar el rango dinámico de nuestra señal, siendo el rango dinámico la diferencia de volumen entre el punto de más y de menos amplitud de la señal. Por otro lado, el nivel de RMS ha sido siempre un buen indicativo de volumen general de una mezcla, pero desde que medir volúmenes percibidos en LUFS se convirtió en la norma ya no se le presta tanta atención es este sentido.

  • Volumen percibido: El volumen, utilizado inteligentemente, puede ayudar a que una mezcla se perciba a mayor volumen. El ejemplo más claro es aumentar el volumen de elementos asociados a frecuencias altas (hihats, rides…) o también reducir ligeramente el volumen de las frecuencias bajas (generando un resultado parecido en ambos casos) pero sin generar un desbalance. Igualmente, las frecuencias bajas suelen ir asociadas a que una mezcla tenga niveles mayores o menores de RMS (a mayor nivel de volumen en estas frecuencias, mayor nivel de RMS), pero una buena mezcla puede tener menos nivel de RMS que otra y percibirse a un mayor volumen, por lo que los RMS no siempre son el mejor indicativo de que una mezcla tenga un volumen óptimo o no. Por ese motivo están empezando a usarse los LUFS como medida más confiable de volumen percibido, como se mencionó antes.

  • LUFS y volúmenes en masterización: Habiendo sacado el tema de los LUFS (Loudness Units relative to Full Scale), es importante saber que esta unidad de medida es utilizada normalmente en masterización, y es la forma más precisa de medir el volumen a día de hoy, por eso se ha convertido en el estándar.

Con respecto a qué nivel de LUFS es óptimo llegar o no tras limitar en el máster (último proceso) la respuesta es que depende de varios factores. El nivel de LUFS de la versión masterizada puede depender de, por ejemplo, el género de la canción, o de si se prefiere que esta tenga un mayor rango dinámico (perdiendo así algo de volumen percibido), o menor (haciendo que se perciba a mayor volumen).

Por poner varios ejemplos para que se entienda mejor, en EDM el estándar es conseguir que tu mezcla suene al mayor volumen posible sin que la mezcla llegue a distorsionar, por lo que podemos asumir que conservar rango dinámico en este género no es una prioridad. Cuanto menor es el rango dinámico de una mezcla sin masterizar mayor es la cantidad de dBs de ganancia que se pueden dar en el proceso de limitación, por lo que podemos asumir que lo ideal en este género es reducir el rango dinámico lo más posible para conseguir que la mezcla esté al mayor volumen posible, pero sin que ésta llegue a distorsionar. En otros géneros, como música clásica, es muy importante conservar el rango dinámico para dar contraste a los distintos elementos de la mezcla, haciendo así que unos destaquen más que otros, generando interés. Podemos asumir entonces que en este tipo de mezclas la prioridad no es llegar al mayor volumen posible, sino conseguir el equilibro perfecto entre tener un volumen estándar y profesional y que la mezcla tenga el rango dinámico deseado.

Por eso insisto en que no hay un número correcto de LUFS. Un consejo muy valioso es, en el caso de que quieras tener una referencia en la que fijarte, elegir una o varias canciones que consideres parecidas al género que estás produciendo y visualizar en tu DAW el nivel de LUFS al que llegan con algún medidor, como el ‘YouLean Loudness Meter’.